Muy a menudo se oye que el eczema es una enfermedad psicológica. ¡Es absolutamente falso! El estrés no es la causa del eczema, sino un factor agravante. Sin embargo, no se puede negar que las emociones influyen en la enfermedad de la misma manera que la enfermedad influye en nuestras emociones.

Nuestras emociones influyen en la enfermedad (ver artículo)

El estrés se define como un conjunto de reacciones del organismo – tanto emocionales como físicas – ante una situación que nuestro cerebro identifica como “peligrosa”, que requiere que reaccionemos y que nos adaptemos rápidamente.

El estrés puede ser útil en ciertas situaciones, pero cuando perdura en el tiempo puede volverse perjudicial. En el caso del eczema, el estrés formar parte de los factores desencadenantes o agravantes del eczema, junto con las sustancias irritantes y las alergias.

El eczema influye en nuestras emociones (ver artículo)

No hay que subestimar la carga psicológica que envuelve a la dermatitis atópica (DA) y su influencia en las emociones y el bienestar de tu hijo.

Primero, a pesar de ser una enfermedad crónica que tiene un impacto en la calidad de vida, el eczema es una enfermedad visible que genera al niño, así como a sus padres, sentimientos de incapacidad de manejar la situación y cada brote es vivido como una decepción. Además, el hecho de ser visible llama la atención de los demás – “es porque es sucio”; “¿es contagioso?”; “Es demasiado inquieto este niño” – y en el cole las miradas y las frases desagradables pueden hacer que tu hijo se sienta rápidamente rechazado. Algunos niños llegan incluso a creer que nadie puede quererlos por el aspecto de su piel.

Por otra parte, la carga psicológica también puede deberse a la falta de sueño debida al picor nocturno. El cansancio acumulado puede hacer que los días de clase sean difíciles de afrontar.

Además, el eczema puede generar un sentimiento de culpabilidad por parte de los padres que se sienten responsables e impotentes en la enfermedad de su hijo, y por parte de los niños, ya que suelen oír que el problema está en su cabeza y creen haber provocado la afección sin saber qué han hecho mal.

Las soluciones

Hay varias soluciones para disminuir el impacto de las emociones en la enfermedad de tu hijo (como que practique deporte, yoga o sofrología por ejemplo) pero también para que su enfermedad deje de ser una carga emocional. Por eso hay que ser participante activo de su enfermedad, informarse e informar los demás, hablar de otras cosas y no dejar que la enfermedad tenga un sitio demasiado importante en el día a día de tu hijo y por fin tener muy claro que ¡No, el eczema no está “en la cabeza”!

(Fuente: Fundación Eczema)